Triunfo de Laine en su alternativa
Curtido como novillero, Diego Gómez Laine pasó al grado de
matador de toros en la tarde del 21 de septiembre de 1.934 en la corrida de
feria celebrada en la localidad sevillana de Écija. Cartel de lujo para la
ocasión pues, con reses de Pérez de la Concha, actuaron Juan Belmonte como
padrino y Manuel Jiménez “Chicuelo” como testigo de la ceremonia.
Desde primeras horas de la mañana, la ciudad astigitana
empezó a tener ambiente con la presencia de numerosos aficionados. Desde Huelva
se calcula que estuvieron más de medio millar de seguidores de Diego Gómez
Laine. A mediodía ya se había puesto el cartel de “No hay billetes”.
Laine, de verde y oro, recibe una fortísima ovación que
comparte con sus compañeros, saludando desde el tercio.Ya con el capote, el diestro onubense saludó a su oponente
con tres verónicas tirando materialmente del toro con temple y arte, recibiendo
una gran ovación. En el primer quite, Laine se destapó realizando uno de frente
y por detrás para terminar con un lance apretadísimo. El toro, mansísimo, busca
la huída. En el momento de la cesión de trastos, la banda de música interpretó
el pasodoble dedicado a Laine que comenzó su trasteo con un pase de pitón a
rabo y siguiendo con dos en redondo apretándose de manera increíble; siguió con
otros pases adornadísimos y el público, puesto en pie, le tributó una ovación
indescriptible.
En un pase ayudado por bajo, Laine perdió la muleta pero no
la serenidad para continuar la faena con un pase corriendo materialmente el
lomo del animal. Siguió de rodillas instrumentando molinetes emocionantes,
dominador y artístico y, a la hora de matar, colocó dos grandes pinchazos y, en
una tercera entrada, deja media estocada entre la fortísima ovación de los
espectadores que le premiaron con las dos orejas y el rabo.
En el que cerró plaza, el onubense volvió a lucirse con seis
verónicas que fueron muy ovacionadas y en un quite por gaoneras que terminó
arrodillándose y tocando la testuz del animal. Tras brindar al público, realizó
una superior faena derrochando arte y valentía destacando los pases en redondo
intercalados con otros de pitón a rabo. La faena fue de gran maestro y el
público, emocionado, le ovacionó sin cesar. Dejó un pinchazo y una estocada y
los espectadores pidieron la oreja para el torero choquero que salió a hombros
por la puerta grande.
Tardó en confirmar la alternativa, hecho que aconteció el 29
de junio de 1.940 cuando José Amorós, en presencia de Luís Díaz “Madrieñito” le
cedió el toro “Reolito”, marcado con el nº 58 de la ganadería de Eduardo Miura.
El onubense se mostró valiente y fino y no se afligió ante la aparatosa
presencia de los Miura. En el primero lanceó muy bien y en los quites estuvo
artista y valeroso. Unos buenos pases de muleta y una estocada, recibiendo
muchos aplausos. En el sexto, colorado, grande y cornalón, administró unos
lances magníficos. Inició la faena de muleta, llevándose al toro a los medios
para torear con mucho sosiego para concluir de un pinchazo, media estocada y
una delantera, siendo despedido con una gran ovación por su voluntad en una
tarde aciaga para sus compañero y en la que Laine demostró sus condiciones de
torero aunque, por entonces ya estuviera en su declive profesional.
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