Florentino Luque, cogido el día de su alternativa
No fue muy afortunada la alternativa del torero, onubense
por sus orígenes pero jienense por su residencia, que recibió en la tercera de
la feria de Jaén del año 1.967, concretamente, en la tarde del 20 de octubre.
En aquella ocasión hicieron el paseíllo el rejoneador Manuel
Baena, que lidió un toro de Germán Gervás, y los jienenses Víctor Quesada,
Vicente Perucha y el toricantano que lidiaron reses de José María Arrauz de
Torres.
El toro de la ceremonia se llamó “Choricero” y pesó 475
kilos. Florentino Luque lo lanceó con más voluntad que acierto, brindando su
faena al público que comenzó doblándose por bajo y realizando con la derecha
cites elegantes, embarcando a la res y haciéndola embestir. Terminó de pinchazo
sin soltar, media estocada y un descabello, escuchando un aviso siendo
aplaudido por el público como muestra de ánimos en su nueva singladura.
En el que cerró plaza, el mayor del encierro, Florentino
Luque le instrumentó lances templados y artísticos mostrando sus deseos de
sacarse la espina de su primero. Inició la faena y se vio comprometido en el
primer pase por alto. Citó al natural y sufrió un desarme. Toreó sobre la zurda
y, al cambiarse de mano la muleta, se la arrancó el toro volteándole
aparatosamente e infiriéndole un puntazo en la región glútea. Florentino Luque,
en brazos de la asistencia, pasó a la enfermería mientras Víctor Quesada terminaba
con el astado.
El padrino de la ceremonia se encontró con un primero manso
y con el que acabó pronto de pinchazo y tres descabellos recibiendo muchas
palmas. En el cuarto, le realizó dos buenas series de muletazos para terminar
de pinchazo y estocada que le valieron una oreja.
Vicente Perucha realizó una excelente faena a base de
naturales y molinetes para, cerca de las tablas, terminar adornándose, dejando
dos pinchazos y descabello, cortando una oreja. En el que cerró plaza, llevó a
cabo una faena valiente con pases de todas las marcas con estocada contraria
que le posibilitó cortar las dos orejas.
Por su parte, el rejoneador Manuel Baena colocó arponcillos
y banderillas a una y dos manos, dejando de manifiesto sus cualidades de buen
jinete y lidiador. Sin embargo, no estuvo acertado con el rejón de muerte y,
tras dos intentos, acabó el sobresaliente. Manuel Baena dio la vuelta al ruedo.
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